La Crisis en la Axarquía
Ha pasado más de un año desde mi última publicación, aunque los cambios durante estos últimos meses han sido espectaculares en España y, lógicamente, también en la Axarquía. Aquí, lo más relevante políticamente ha sido el cambio del equipo de Gobierno de Vélez-Málaga y, socialmente, la drástica caída del empleo. Durante este tiempo no he dejado de visitar físicamente y frecuentemente la comarca, aunque no lo haya hecho digitalmente, por lo que he seguido la evolución de los acontecimientos con gran interés. Muchas personas conocidas, amigos, se han ido quedando sin el puesto de trabajo en el que llevaban años y, en estos momentos, se encuentran sin saber qué hacer.
El Gobierno de la Nación aún no ha presentado medidas activas, aunque puede que las esté preparando. De momento se está preocupando de atender las necesidades sociales, lo que es prioritario, pero no deja de ser una serie de remedios paliativos que tienen un alcance corto. A medida que se vayan agotando las prestaciones se planteará una disyuntiva: o habrá que proceder a su ampliación, o la gente se quedará sin recursos para subsistir. Y con cuatro millones de desempleados o más, a ver de dónde salen los fondos.
La mayor parte de los gobiernos de Comunidades y Ayuntamientos, sin distinción de color político o ideología, está esperando a que deje de llover. O a que el presidente del Gobierno saque la varita mágica. Todos sabemos que las cosas van a ir a peor, por lo que creo que habría que aceptar el consejo de Zapatero y comenzar a arrimar el hombro.
Con esto no quiere decir que nos propongamos la tarea de arreglar España. Bastaría con que lo intentáramos con nuestra pequeña parcela. Hay localidades, sobre todo las orientadas casi exclusivamente al turismo y al comercio complementario, que lo tienen muy difícil. Con el dólar por los suelos desde hace largo tiempo, y la reciente caída de la libra, la situación es francamente preocupante. Atraer turistas no es nada fácil, aunque no por eso se ha tirado la toalla. Pero los enormes esfuerzos no están dando el resultado esperado. Este año, en Fitur se respira pesimismo.
La estructura económica de la Axarquia es, en cambio, más adecuada para actuaciones locales. Es una zona fundamentalmente productora, no de servicios. Tiene un enorme potencial agrícola e industrial. Posee excelentes técnicos como fontaneros, electricistas, albañiles, agricultores, etc. Hay un elevado número de microempresas, aunque muchas de ellas están desapareciendo y, sobre todo, tenemos unos excelentes productos. Aunque dos de los más tradicionales están en peligro de extinción: nuestra pasa y el dorado aceite de Periana, jugo de la aceituna verdial, exclusivo de esta zona y uno de los mejores del mundo, lo que se pone de manifiesto en todas la pruebas de análisis sensorial que hemos realizado.
También se da la circunstancia de que la Axarquía es una zona en las que ha habido bastantes acciones de desarrollo local. Aún quedan excelentes agentes, piezas imprescindibles en la dinamización de las acciones a realizar. Y un competente equipo de funcionarios municipales, lo que puede observarse al intentar realizar cualquier tipo de gestión en los ayuntamientos y servicios locales como policía, bomberos, etc.
También se beneficia la Axarquía de una circunstancia que no se da en otras localidades turísticas de Andalucía, y por supuesto en ninguna otra Comunidad Autónoma que no sea la nuestra y Extremadura. Me refiero al subsidio agrario y los fondos del AEPSA ((Acuerdo para el Empleo y la. Protección Social Agrarios, antiguo PER). Lo que hasta hace poco era – en algunas localidades – un holgado complemento que permitía algunas alegrías a un elevado número de ciudadanos, se ha convertido ahora en una prestación de indudable necesidad. Pero, ¡ojo!, que en otros lugares o no existe o tiene escasa incidencia.
Podríamos resumir diciendo que hay suficiente masa crítica en la Axarquia para que se intente una reacción ante el problema. Creemos que es hora de que se cree una especie de “Gabinete de Crisis”, en la que estén representados todos los sectores sociales, instituciones públicas y privadas, sindicatos y, por supuesto empresarios, ya que de ellos depende en gran manera que se pueda reactivar la economía. (Incluyo aquí a los pequeños agricultores, eternamente olvidados y que, de momento, están mal que bien sosteniendo un cierto nivel de empleo.) Aunque primero habrá que escuchar pacientemente las quejas de todos, que son muchas. De seguridad, de agilización de los trámites administrativos, de fiscalidad, de facilidades financieras, etc. Esto me recuerda que no pueden faltar los bancos, que deben responder a esa inyección de recursos que ha salido de los impuestos del pueblo. No pueden ahora hacerse los cicateros y resultar que los directores de sucursales sean más conservadores que los propios presidentes de las entidades. Ni hay que permitir que traten de aprovecharse de la bajada del Euribor y de las necesidades ajenas aumentando el diferencial. No olvidemos que han recibido dinero público.
También habrá que lavar algunas imágenes denostadas. No se puede criminalizar de forma indiscriminada a un colectivo como el de los constructores. No trafican con droga. Habrá que buscar soluciones y asesoramiento para los numerosos contratistas y subcontratistas que se han visto con fuertes impagos que pueden llevar a muchos a la quiebra. Habrá que dejar de soliviantar a muchos residentes extranjeros, que no entienden como sus casas que antes creían legales ahora resulta que no lo son. No olvidemos la riqueza que genera el mal llamado y ampliamente criticado “turismo residencial”. Lógicamente, mi apoyo va para el compatible con el desarrollo sostenible, nunca para el descontrolado y especulador, aunque los criterios de diferenciación entre ambos son muy subjetivos.
Lo que propongo no es una tarea fácil, ya lo sé. Pero la buena - aunque escasa práctica - de que los que tienen encomendada la responsabilidad de tomar decisiones consulten con aquellos a quienes las decisiones van a afectar, es un principio de calidad en la gestión. No olvidemos que de la sinergia del diálogo siempre salen soluciones. Más o menos, pero siempre aparecen. Es mi experiencia personal en diversos países en vías de desarrollo. Y, en el peor de los casos, siempre queda la tranquilidad de haberlo intentado.
The Axarquia is one of the world's privileged places. Its geographical position, its variety, its people, its sunny and mild climate, its gastronomy and many other circumstances, make of the region one of the most desirable places to live.