lunes, mayo 07, 2007

La nueva esperanza de Europa



No recuerdo haber vivido de cerca, desde que en 1983 Felipe González ganó las elecciones, un proceso electoral tan intenso como el que ha elevado a Nicolás Sarkozy a la Presidencia de Francia. En ambas ocasiones, la esperanza de un cambio radical fue y ha sido el elemento preponderante en el ánimo de la mayor parte de los votantes. En el primer caso, la esperanza de consolidar una democracia aún amenazada y el deseo de llevar la apertura de ideas, del terreno estrictamente legal, al normal y diario de la calle. Ayer, la de que alguien reconduzca una sociedad que se preocupa mucho más por los derechos que por las obligaciones. Una sociedad desbordada y casi en quiebra por el “estado del bienestar”.


El ciudadano maduro, no afiliado, vota en función de las necesidades y de los peligros que detecta. Nosotros, en menos de un año, tendremos que plantearnos averiguar si hay un líder que puede devolvernos ese empuje que envió ayer a los franceses, masivamente, a las urnas.