domingo, febrero 25, 2007

Alarma Social


Es éste un término del que, hoy en día, se abusa con bastante reiteración. Cada vez que alguien quiere ALERTAR de un peligro más o menos probable, siempre hay "otro alguien" que dice que se está provocando "alarma social"

Si el peligro se materializa sin que se haya avisado de forma inequívoca, es decir, sin haber evitado que haya la más mínima confusión, y si hay muertos o heridos como consecuencia de ello, esto es lo que nos debería producir ese sentimiento de alarma. Que quienes tienen - de alguna u otra forma - conocimiento cierto de un riesgo no lo divulguen de la manera más eficaz posible.

España es un país en el que pecamos por defecto en las señalizaciones. Damos por supuesto que las personas son adivinas o que van a reaccionar con los reflejos de un piloto de "Fórmula 1" ante avisos que nos llegan demasiado tarde. Luego decimos que se meten por direcciones prohibidas o que no respetan las señales de tráfico.

Los que estamos bastantes concienciados con el término "prevención" no entendemos como aún no se ha extendido este sentimiento en todo el sector público.

Como una imagen vale más que mil palabras, en este caso incluimos cuatro:





Domingo, 9,40 de la mañana. Un automovilista se acerca a la rotonda para cruzar al otro lado. Como por la izquierda no vienen coches, no para y sigue. El sol le da de frente. No ve ninguna señal luminosa roja.




Un tranvía de reciente instalación se acerca. De momento lo tapan los árboles. Se ve un poco. La foto presenta los mismos deslumbramientos que los ojos de las personas.



El tranvía sigue su camino. Ya se ve, ligeramente y a contraluz, el semáforo rojo.





El automovilista ha conseguido parar a tiempo... esta vez. El proceso ha durado menos de cinco segundos.

domingo, febrero 11, 2007

¿Son también reaccionarios?



Creo que, en los tiempos que corren, puedo decir que soy afortunado por no haber perdido a nadie víctima del terrorismo. Me pongo en la piel de quienes sí han sufrido esta desgracia o de aquellos que han sido, ellos mismos, alcanzados por el terror indiscriminado. Sin embargo, veo que este colectivo es tratado ahora, por algunos, como un grupo de presión que trata de “crispar” a la sociedad. Casi como una formación política alineada frente a quienes quieren que se calle. Hasta ahora sólo se culpabilizaba a partidos reales por su presunta manipulación de las víctimas. En este momento son las propias víctimas las que son tachadas de intolerantes, beligerantes y hasta crueles. Mañana… mañana puede que lleguen a tener que ocultar su condición para no verse discriminados o apartados por su delito de situarse imprudentemente cerca de donde ocurrían lamentables “accidentes".

Comprendo que son molestas. Que no se las puede esconder ni amordazar… ¿Qué olviden? ¿Qué perdonen? Es probable que algunos hayan perdonado por motivos religiosos, a fin de no sufrir otra condena más temible, la del infierno… Pero dejémonos de pamplinas y lavados de cerebro. Lo normal, lo lógico, lo natural es odiar a quienes te hicieron de forma gratuita un daño irreparable. Odiar a muerte. Lo contrario raya en lo enfermizo.

Por eso no se puede pedir a quienes fueron masacrados que aplaudan el deseo de perdón y de olvido de esas acciones por parte de otros que ni imaginan cómo sucedieron. Que – como algunos líderes religiosos – pretendan no sólo que perdonen sino que, además, olviden que quien en estos momentos está lanzando un chantaje con su huelga de hambre es un asesino múltiple orgulloso de serlo.

Amnistía Internacional lo ha tenido muy claro. Ha visto demasiada sangre y demasiada hambre forzada como para hacer el juego a quien quiere presentar la voluntaria como una tortura. El suicidio es un derecho individual. Hasta ahí ha llegado. Mi más profundo respeto a esa Institución, cuya impecable trayectoria siempre he admirado.